Miércoles ya y yo casi sin darme cuenta.
Esto de que todos los días sean tan parecidos me tiene frito. Hay que encontrar curro con urgencia.
Aunque tener tiempo libre no es tan malo, descubres cosas nuevas que no sabías hacer y que resulta que sí sabes. Sobre todo cosas de casa, como bricolaje y tal. He hecho dos marcos de fotos, y me siento como si fuesen a contratarme como diseñador en Ikea.
Pero también hay tiempo para otras cosas. Ayer una gran amiga, que acabó de estudiar física y huyó al teatro (lógico), actuaba en su escuela. Estuve viendo El Tartufo de Molière. Os comento antes de continuar, que no soy un entendido de teatro, ni un asiduo ni nada de eso, pero si surge una oportunidad, no digo que no.
Pues os diré que, para ser estudiantes de segundo de arte dramático, y yo tener conocimientos del tema, me encantó. Me reí y se me hicieron cortas las dos horas de obra.
La obra transcurría en una gran sala de una casa. En ella, los personajes tramaban y discutían. Todo en torno al personaje que da nombre a la obra, Tartufo, un aprovechado de la vida que ha manipulado la mente al señor de la casa hasta tal punto, que le prefiere a él antes que al resto de su familia y amigos. Mi amiga era la sirvienta, uno de los personajes que más se movía, que estaba en todas partes y con el que más me reí (siendo objetivo claro).
Cuando sea actriz famosa haré publicidad de sus obras para que no os perdáis ni una.
Y por supuesto, si alguna vez podéis ir al teatro a ver la obra Tartufo, hacedlo.
Y ahora vamos a una receta de mi infancia. ¡Churros! Como los que me preparaba mi abuela para desayunar cuando era pequeño.
Churros
INGREDIENTES
· 1 cup (125g) de harina
· 1 cup (240ml) de agua
· 3 tbsp (40g) de mantequilla
· 3 tbsp (40g) de mantequilla
· 1 tsp (5ml) de aceite de oliva
· 1/4 tsp (2g) de sal
· Aceite para freir
· Azúcar para rebozar
PREPARACIÓN
Recetas de la infancia. Para mi no hay nada más típico que unos churros, así que los incluyo en mi lista de Típicos. Porque yo lo valgo.
Empezamos preparando la masa. Es muy sencillo. En una cacerola se calientan el agua con la mantequilla, el aceite y la sal. Una vez se funda la mantequilla y comience a hervir el agua, se añade de golpe (repito: de golpe) toda la harina y se mueve con una cuchara de madera sin parar. En este momento apagamos el fuego y apartamos la cacerola. Continuamos moviendo la masa hasta que se limpien las paredes y quede suave y lisa.
Esa será vuestra masa. Es el momento de poner el aceite para calentar en otra cacerola. Necesitáis aceite abundante para que los churros se sumerjan (luego flotarán), y una temperatura en torno a 170ºC.
Para hacer los churros, necesitaréis una churrera o una manga pastelera. Con la primera no hay mucho que explicar, se llena de masa y se van haciendo los churros... no tiene misterio.
Si optáis por la manga, al igual que yo hice porque no tengo churrera, debéis utilizar una boquilla con forma de estrella y que sea grande. Y la manga debe ser de un material resistente, pues la masa es mas consistente que cualquier frosting o buttercream y puede romperse la manga, o salirse la boquilla (la mía se salió varias veces, pero no es difícil sacar la masa y recolocar la boquilla, solo que es un tostón).
Haced los churos directamente sobre el aceite, con mucho cuidado de no quemados. No hagáis muchos a la vez, pues la temperatura bajaría demasiado y no se freirían bien. En cuanto comiencen a flotar tendréis que contar un minuto por cada lado, pues si se fríen mucho, se quedan un poco duros, demasiado crujientes.
Una vez fritos pasadlos a un papel absorbente para quitar el aceite y a continuación, mientras sigan calientes, pasadlos por un plato con azúcar para cubrirlos.
Y ya están listos. Son muy fáciles de preparar (si hasta yo he podido) y piden a gritos una taza de chocolate caliente.
¡A disfrutar!
Empezamos preparando la masa. Es muy sencillo. En una cacerola se calientan el agua con la mantequilla, el aceite y la sal. Una vez se funda la mantequilla y comience a hervir el agua, se añade de golpe (repito: de golpe) toda la harina y se mueve con una cuchara de madera sin parar. En este momento apagamos el fuego y apartamos la cacerola. Continuamos moviendo la masa hasta que se limpien las paredes y quede suave y lisa.
Esa será vuestra masa. Es el momento de poner el aceite para calentar en otra cacerola. Necesitáis aceite abundante para que los churros se sumerjan (luego flotarán), y una temperatura en torno a 170ºC.
Para hacer los churros, necesitaréis una churrera o una manga pastelera. Con la primera no hay mucho que explicar, se llena de masa y se van haciendo los churros... no tiene misterio.
Si optáis por la manga, al igual que yo hice porque no tengo churrera, debéis utilizar una boquilla con forma de estrella y que sea grande. Y la manga debe ser de un material resistente, pues la masa es mas consistente que cualquier frosting o buttercream y puede romperse la manga, o salirse la boquilla (la mía se salió varias veces, pero no es difícil sacar la masa y recolocar la boquilla, solo que es un tostón).
Haced los churos directamente sobre el aceite, con mucho cuidado de no quemados. No hagáis muchos a la vez, pues la temperatura bajaría demasiado y no se freirían bien. En cuanto comiencen a flotar tendréis que contar un minuto por cada lado, pues si se fríen mucho, se quedan un poco duros, demasiado crujientes.
Una vez fritos pasadlos a un papel absorbente para quitar el aceite y a continuación, mientras sigan calientes, pasadlos por un plato con azúcar para cubrirlos.
Y ya están listos. Son muy fáciles de preparar (si hasta yo he podido) y piden a gritos una taza de chocolate caliente.
¡A disfrutar!
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