Nada, que no cunde el pánico todavía.
El pánico podría aparecer porque quedan dos semanas escasas para que llegue el día del examen de Mecánica Cuántica, sí, aun quedan dos semanas y necesito que llegue ya, porque tener una sola asignatura es desesperante. (Ahora es cuando la gente que tiene muchas quiere matarme)
Pero ya sabéis que lo llevo con calma, y que la cocina ayuda. Además, llego bien esto del gimnasio, (¡no he abandonado aun!) aunque a veces me duelen partes del cuerpo que no sabía que podían doler. Y ahora también soy profe de matemáticas, como en los viejos tiempos. Estoy repasando las matemáticas de 4º de la eso, y pienso en que en un momento de mi vida eso fue nuevo y difícil para mi y ahora es muy, muy, MUY fácil, tanto, que me sorprendo cuando alguien no lo entiende. ¡Pero es tan evidente! De todas formas, mi primera impresión sobre mi nueva alumna no es nada mala, así que no me desesperaré.
Y nada más por hoy. Estoy un poco cabreado porque no encuentro velas para tartas que me gusten, son todas iguales, o números rojos o las velitas rosas, amarillas, azules y blancas de siempre. ¡Pero he encontrado un candelabro! Ya os lo enseñaré cuando lo estrene. De todas formas este viernes miraré en más sitios, ya que tengo un encargo (¡gracias!) y necesito cosicas.
Y ahora si. ¿Quién quiere donuts/doughnuts?
Doughnuts
INGREDIENTES
· 500g de harina de fuerza
· 50g de azúcar
· 50g de mantequilla derretida
· 1 huevo batido
· 250ml de leche templada
· 7g de levadura seca de panadero
· 1 tsp de vainilla
· 1 tsp de sal
· Aceite (para freír)
· Rellenos y coberturas
PREPARACIÓN
¿Echabais de menos las recetas largas, en las que hay que esperar a que la masa fermente?
Porque aquí llega otra, y esta no necesita horno, cosa que siempre alarga aun más las recetas.
Y para que engañarnos, ¡son doughnuts!
La primera vez que hice la receta fue el agosto pasado, para el cumpleaños de mi primo. Salieron muy ricos (volaron) y una de las razones fue que ese día hizo un calor infernal, y como siempre os digo, es necesario que la masa leve en una zona cálida.
Pero vamos por partes.
En un bol amplio se mezclan la harina, el
azúcar , la sal y la levadura y en otro se combinan la leche tibia, la
mantequilla derretida, el huevo batido y la vainilla. Es importante que la leche esté tibia, a temperatura corporal más o menos, para activar la levadura. Nunca hay que pasar los 50ºC porque se muere y no sirve.
A continuación, se vierten los húmedos sobre los secos y se mezcla todo bien hasta conseguir una masa pegajosa, que habrá que amasar
durante 15 minutos, hasta que deje de serlo. Hay que intentar evitar añadir más harina para evitar que se pegue, así que una opción puede ser reservar 50g de la harina inicial para el momento de amasar, que se vaya incorporando, o en el caso de que se nos olvide esto, en lugar de utilizar harina, se pueden embadurnar las manos con un poco de aceite para evitar que la masa se nos pegue.
Una vez la masa deja de ser extremadamente pegajosa, se coloca en un bol limpio
con las paredes cubiertas de aceite para evitar que se pegue, se cubre con plástico de cocina, o con un paño, para evitar corrientes de aire, y se coloca en un lugar cálido. Si os entra el antojo en invierno y no tenéis ningún lugar suficientemente cálido en casa, podéis precalentar el horno a 40ºC y metéis la masa en el horno durante el tiempo de levado, pero con el HORNO APAGADO.
Dejar subir durante una hora y media o dos horas.
Mientras la masa sube, es el momento de decidir que hacer con los doughnuts. Es decir, que forma darle y si queréis relleno (quién no quiera relleno debe ir a que le vea un médico).
En mi caso, me gusta hacerlos con forma de bola, porque así es más fácil de rellenar que si se le da la típica forma de rosco (o de toroide, para freaks).
Los rellenos pueden ser infinitos. Mermelada de fresa, de frambuesa, de melocotón, nutella, crema pastelera, lemon curd...
Una
vez la masa ha doblado en volumen, se vuelca la masa sobre una superficie y, SIN amasar, se van haciendo bolas de unos 8cm de diámetro, que se
colocarán sobre una bandeja cubierta con papel de cocina y harina. No hay que amasar para evitar que se desinflen mucho, y porque al darles forma ya se amasan un poco. Una vez en la bandeja (o bandejas) se cubrirán ligeramente con un paño limpio y se pondrán a subir otros 30 minutos.
Cuando haya pasado el tiempo suficiente y las bolitas estén gorditas se pone el aceite a calentar en una sartén honda, a 165ºC.
Una vez las bolas han crecido y el aceite
esté a la temperatura correcta, se fríen con cuidado (metiéndolos despacio en el aceite) para que no pierdan
volumen. Las bolas flotarán por lo que habrá que darles la vuelta transcurridos dos minutos. Hay que tener en cuenta que crecerán un poco más al contacto con el calor del aceite, por lo que no hay que aglomerar el aceite, tres o cuatro por cada tanda, esto también ayuda a que el aceite no pierda temperatura. Tras darles la vuelta se esperan un par de minutos más, hasta que tengan el mismo color
marroncito por ambos lados. Además debido a que flotan mientras se fríen, aparece la famosa línea blanca en el centro. Con estas cantidades me salieron 18 bolas.
Sacar sobre papel de cocina para absorber el aceite cuando estén hechos. En caso de querer rebozarlos en azúcar, o azúcar con canela, es el momento perfecto para hacerlo.
Para rellenarlos hay que esperar a que se enfríen. Se coloca dentro de una manga pastelera el relleno elegido y, a traves de un agujerito que se hará sobre la línea blanca, se introduce la boquilla de la manga y se rellenan.
¡¡¡Y A COMER!!!
Rellenos de crema pastelera (receta próximamente), mermelada de frambuesa (también proximamente), nutella (eso es de bote) y rebozadas en azúcar con canela y ralladura de naranja.
Los amontoné en pirámide. Hice un caramelo para pegarlas entre ellas.
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