Tengo la sensación de que todas mis entradas empiezan de la misma forma, con esto de tener el miércoles como punto obligado, lo mismo un día me da un venazo y publico un martes, así pensaréis que es algo especial y os hará más ilusión. Aunque si lo cuento ya no tiene gracia...
Hoy os escribo un poco lisiado de un codo. Supongo que muchos habréis picado como yo para ir al gimnasio después de navidad. En mi caso después de 26 años. Y se nota, mi codo derecho no da para mucho, menos mal que en este siglo tenemos batidoras y no hay que montar claras a mano, si no hoy sería imposible. Que tampoco me iba a poner ahora... ¡para esta semana hay tarta de cumpleaños! Pero hasta la semana que viene (miércoles claro) no tendréis noticias sobre ella, porque es proyecto altamente secreto hasta el sábado.
Y ahora es hora de la clase de teoría. Hoy será corta. Hoy tratará sobre la vainilla.
En la inmensa mayoría de las recetas que os pongo aquí se utiliza vainilla, y yo en los ingredientes digo vainilla sin más. Pues bien, para evitar confusiones, porque hay muchos tipos de vainillas, os voy a contar algo de tres o cuatro de ellas.
Pero primero, ¿qué es la vainilla? Según la (sagrada) Wikipedia, la vainilla es una especie de orquídea, con mas de cien variedades repartidas por las zonas tropicales del planeta. Su nombre se lo dieron los españoles en su llegada a América (en México). Le pusieron ese nombre puesto que los frutos parecían pequeñas vainas de espada. Vaina --> Vainilla, Grande --> Pequeñilla.
Es la segunda especia o condimento más cara,ya que requiere muchísimos cuidados, todos sabemos lo caras y frágiles que son las orquídeas ornamentales, sólo superada por el azafrán, que también se las trae.
Además el mayor consumidor del mundo de vainilla es Coca Cola.
Y ya al tema.
Para empezar una imagen de lo que os voy a contar hoy.
La vainilla per sé es la que se encuentra en el tubo. Son dos vainas negras. Para utilizarla en algún postre o para hacer alguna crema, hay que abrir por la mitad longitudinalmente la vaina y sacar las semillas que hay en su interior. Estas semillas son las portadoras del sabor y el aroma, por lo que ¡no hay que desperdiciar ni una sola! Además, si estáis haciendo una crema o algo líquido que tenga q calentarse, podéis añadir la vaina que también aportará sabor, pero habrá que retirarla al final.
La vaina no se queda ahí sin más de todas formas, pasamos al siguiente ingrediente. La cuchara de la izquierda contiene azúcar avainillado, que se trata nada más que de azúcar normal aromatizado con vainilla. Este ingrediente se puede utilizar como sustituto de parte del azúcar total de la receta, pues le aportará algo de sabor y olor, pero nunca puede sustituir al extracto de vainilla (del que os comentaré en seguida). También es bueno para añadir al café, etc. Y para hacerlo en casa, tan solo tendréis que preparar un bote con azúcar en el que meteréis las vainas, una vez hayáis sacado las semillas para otro postre. Lo podéis dejar todo el tiempo que queráis aromatizando, moviéndolo de vez en cuando.
Esto también podéis hacerlo con ralladura de naranja y limón para aromatizar el azúcar de otra manera, en este caso es útil para hacer roscón de reyes.
En la cuchara del centro nos encontramos el extracto de vainilla, que este SÍ ES EL DE LAS RECETAS. Este es el que pongo en las recetas. Se trata de semillas y vainas puestas a macerar durante varios meses en un líquido con alta graduación alcohólica y sin sabores, como el vodka (que a mi no me sabe a nada). Tras este tiempo, el alcohol habrá absorbido todos los sabores de la vainilla y tras el horneado o cocción, el alcohol que hubiese se evapora. Así, cuando veáis en mis recetas que entre los ingredientes nombro a la vainilla, me refiero a esta y a ninguna otra.
El extracto de vainilla tambien se comercializa en forma de pasta, mucho más concentrado, por lo que habría que utilizar menos cantidad en las recetas (1/2 tsp de pasta equivale a casi 1 tbsp de extracto líquido), pero no os comento nada más porque nunca lo he usado. Me apaño muy bien con el extracto líquido.
Y por último, el botecito de la derecha. Este contiene esencia de vainilla, que es nada más que vainillina sintética. La vainillina es el componente químico característico del sabor y el olor. No recomiendo utilizarlo en la cocina puesto que es sintético, pero siempre se puede aromatizar un chocolate blanco o una cobertura para una tarta que queramos que mantenga el color blanco, ya que el extracto lo colorea un poco de marrón.
Y con esto termina la clase de hoy. Ahora a pensar en comida. Algo rápido de hacer, que después de tanta teoría...
Galletas de Merengue
INGREDIENTES
· 2/3 cup (135g) de azúcar fino
· 3 claras de huevo
· ¼ tsp de sal
· ½ tsp de
ácido tartárico
· 1 tbsp de vainilla
PREPARACIÓN
Esta receta es muy rápida de preparar, pero el tiempo de horneado es largo. Pero vale la pena, ¡están muy ricas!
Precalentamos el horno a 95ºC,
Lo primero es preparar el azúcar fino. Para ello, hay que triturar azúcar normal, con un procesador de cuchillas. De esta forma se disuelve más fácilmente en el merengue. Si no podéis o no queréis, podéis saltar este paso y utilizar el azúcar normal.
A continuación se comienzan a montar las claras. En un bol amplio y bien limpio se colocan las claras, que deben estar a temperatura ambiente para que crezcan mejor. Se comienzan a batir con las varillas a velocidad media-alta y una vez comience a formarse espuma, se añaden la sal y el ácido tartárico. En caso de no tener este ácido, del que ya os he hablado en otras entradas, se puede sustituir con 1tsp de zumo de limón recién exprimido y colado. El ácido estabiliza las claras cuando se montan, por lo que no hace falta darle tanto a la batidora. Porque no lo he dicho, pero este postre se hace con batidora, a mano puede ser terrible.
Una vez las claras van creciendo, se comienza a añadir el azúcar poco a poco, para que se disuelva bien por todas partes, y se continua batiendo hasta que están montadas del todo, es decir, se forman picos resistentes que no se caen. Siempre se ha dicho que las claras están perfectas cuando, al ponerte el bol sobre la cabeza, boca abajo, la cabeza se queda seca.
Una vez conseguido se añade la vainilla y se incorpora rápidamente.
Es el momento de ir al horno. Sobre una bandeja de horno cubierta de papel, para que no se peguen, se van colocando lo que serán las galletas. Para ello, se puede hacer bonito o se puede hacer rápido. Bonito significa llenar una manga pastelera con una boquilla de estrella grande y colocar pequeños pegotitos sobre la bandeja, dejando un poco de separación para que circule el aire, no se expanden demasiado por lo que se pueden poner bastantes. La opción rápida es poner los pegotitos con dos cucharas y darles algunas formas con ellas por arriba.
Cualquiera de las opción elegida tendrá que ir al horno durante 1 hora y 15 minutos. Transcurrido este tiempo, se apaga el horno pero las galletas se quedan dentro para que sigan secándose, pues tenemos que procurar que pierdan toda la humedad posible. Esta receta, por este motivo, es mejor hacerla en días soleados y con poca humedad.
¡Y ya está! Después de una hora, ya es el momento de engullir.
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